Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 16 de julio de 2015

Desdoblamiento




Me miro en el espejo y me busco.
¿Quién eres? le pregunto a la imagen, pero ella no contesta.
Salgo al bosque. Me miro en las aguas de un río.
¿Qué buscas? le pregunto al reflejo, pero él sólo se encoge de hombros.
Llego a casa, abro la puerta y entro. Me doy la mano y me sonrío. Incluso, me extirpo la cabeza y se la tiendo a ese sujeto, mientras le digo:
Márchate, busca quién eres.
Llego a la cumbre de una montaña.
¿Quién eres? ¿Qué buscas? le pregunto a ése que tiene mi cabeza.
Luego lo abrazo, lo beso y le respondo:
Me buscaba a mí mismo. ¿Y tú?
¿Yo? Te buscaba a ti, que eres yo mismo.

Donde los versos se extinguen (XXXI-XL)



(XXXI)
Estas manos mías
que son
espejos
y barrancos.

(XXXII)
Es la guerra del tiempo,
mi equipaje
es sólo un nido de arañas.

(XXXIII)
No me hables de telarañas,
mi cabeza
está llena de ellas.

(XXXIV)
No registres mi tumba
para hallar la voz.
Este enigma
proviene de los siglos.

(XXXV)
Mi sombra
contraída
sobre el hombro
de una barca a la deriva.

(XXXVI)
Triste decadencia del humano
que no sabe
a dónde irá a parar
ni le importa.

(XXXVII)
He aquí
la voz
incongruente
de uno que no dice nada.

(XXXVIII)
Podría decir
que son sueños
pero quién me va a creer
que tienen vida.

(XXXIX)
Como las figuras
de Nazca,
sólo desde el aire
─enigmáticas─.

(XL)
Un trozo de luz
un quejido
un volcán
sin alma.

sábado, 11 de julio de 2015

Donde los versos se extinguen (XXI-XXX)



(XXI)
Poemas que aplastan poemas
sexos que se lamen contra el tiempo.
El picaporte
es el final seguro.

(XXII)
Desde aquí
veo
pasar el mundo.
Y una nube.

(XXIII)
Esos perros
que juegan
a inventarse
un mundo sin humanos.

(XXIV)
La voz del alma
gritando
quiebra
la silueta tranquila del barrio.

(XXV)
Nadie
podrá verte
desgraciadamente
con los ojos abiertos.

(XXVI)
Esa sopa
de estrellas
sobre nosotros
que no somos nada.

(XXVII)
No todo se esfuma.
A veces
quedan
los recuerdos.

(XXVIII)
Estas criaturas
con rostro de demonios
que sueles llamar
personas.

(XXIX)
Doble rostro
abarcando
las calles
de mi impotencia.

(XXX)
Más allá
qué habrá
quién
pensará en nosotros.

viernes, 10 de julio de 2015

Donde los versos se extinguen (XI-XX)



(XI)
Esas palomas

que desde mis manos

se vuelven

demonios.

(XII)
Soñar

con mariposas

y despertar

siendo hormiga.

(XIII)
Una araña en la pared

tejiendo

el destino

de las moscas.

(XIV)
Tal vez el mundo sea

esa maceta desolada,

y yo

esa imperceptible hormiga.

(XV)
Como perdido

como ciego

como si nunca

hubiese sido.

(XVI)
Cruzar el puente

y ver

allá

ese fantasma que espera.

(XVII)
A todas horas

este acecho

este mar

de espejos.

(XVIII)
Esta noche

nadie podrá

tocarte.

Luna llena.

(XIX)
Sólo un fantasma

un soplo

de viento,

una idea.

(XX)
Al borde del camino

abandono mi sombra

para seguir
ligero.

Presidente



Por MAYKEL REYES LEYVA


Si alguna vez pensó en el suicidio, lo hizo la misma noche en que sintonizó en la tele un programa donde se analizaba la posibilidad de que el señor Presidente fuera un androide. En un primer instante se rió ante lo ridículo de la propuesta. Sin embargo, lo pensó mejor y comenzó a encontrarle sentido. Eso explicaba el por qué, después de una centuria, el mismo hombre se mantenía en el poder sin envejecer ni enfermarse siquiera. Un robot lo tendría todo calculado y sería dueño de esa mirada fría, esos gestos fríos, esas frases frías para con sus coterráneos. Para un robot todo se resumiría en cifras, en pura estadística. Sólo un mandatario cibernético impondría leyes absurdas alejadas del sentir y la necesidad de la Humanidad, llegando, incluso, a agredir sin razón a otros países. El hombre se horrorizó ante aquella idea. Si eso era verdad, ¿por qué nadie hacía nada para impedirlo? Por primera vez en la vida pensó en el suicidio. Pero no lo hizo.

El día de las elecciones, todavía espantado con la posibilidad de que un cyber guiara los designios de la nación, marcó su número de serie: 75121703186, y volvió a votar por el Presidente.

jueves, 9 de julio de 2015

La marioneta



Por MAYKEL REYES LEYVA


Una mañana, al despertar, descubrió en una de sus muñecas (la derecha) un fino cordel que iba directamente al Tiempo. Lo primero que hizo fue preguntarse cuándo se lo habían amarrado, pero luego de pensar en el asunto no se pudo contestar. Sin darle más importancia se preparó para los trajines del día. Al intentar ponerse la corbata, halló que tenía otro hilo atado al cuello y que éste, definitivamente, iba derecho a la Religión. No se preocupó. De seguro aquello sería la broma pesada de alguien. Salió rumbo al trabajo sin pensar más en esto. Pero al intentar subirse al taxi descubrió un tercer hilito amarrado a su otra muñeca (la izquierda) y que iba hacia la Política. No recordaba haber visto esa madeja en toda su vida, y por el color amarillo que poseía era evidente que había envejecido ligada a él. Al mirar el reloj se percató de que si no se apuraba podría llegar tarde. Al entrar en su oficina y querer sentarse tras el buró, halló el cuarto hilo hecho un nudo a uno de sus tobillos y que iba exactamente hacia el Destino. Empezó a alarmarse; ya la broma le parecía bastante pesada, pero en ese instante llamó el director por la línea dos y tuvo que contestar. Más tarde, a la hora de la merienda, se levantó y casi se enreda con aquel quinto cordel colocado a su otro tobillo y que iba irremisiblemente hacia su propia Vida. Para ese entonces ya no aguantó más y comenzó a dar gritos de espanto. Trató de romperlos con los dientes y con las manos, pero fue inútil. Desesperado, buscó unas tijeras y cortó sin pensar aquella terrible pesadilla. Pero el sexto hilito, el que se hallaba atado a su cerebro, iba directo a la Muerte... 

Todavía la policía investiga las causas del suicidio.

viernes, 3 de julio de 2015

Donde los versos se extinguen (I-X)



(I)
Los cantos

del otoño

beben las últimas gotas

del mundo.

(II)
El árbol

derribado

ha dado su último

retoño.

(III)
Como las aves

que un día

añoraron el verano

y partieron

sin decir adiós.

(IV)
La mariposa

trastornada

ha roto

su reposo.

(V)
Corazones de papel

cuelgan del techo

desafiando

la eterna ley del karma.

(VI)
¿Qué pasado

es éste

donde el sol

sólo le teme a los dioses?

(VII)
Esa mordida

ligeramente profunda

en este trozo de enigma

que nadie ha descifrado.

(VIII)
Acaso

un fugaz suspiro

un disparo al aire

una vuelta de página.

(IX)
No menciones

jamás

este golpe directo

cataclísmicamente inesperado.

(X)
La noche

puede ser filosa

como el más leve

de todos los suspiros.