Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

sábado, 19 de marzo de 2016

¿Qué tipo de ovni vio realmente Kenneth Arnold?






Todo parece indicar que lo que Kenneth Arnold vio en 1947 fue, ciertamente, un ovni (entiéndase un Objeto Volador No Identificado) pues se trataba del Horten 229, también llamado Ho-IX, un caza bombardero nazi que fue diseñado por los hermanos Reimar y Walter Horten, pioneros en el diseño de aviones sin cola, que llegó tarde a la Segunda Guerra Mundial, pero que tuvo su primer vuelo de prueba en enero de 1945. Si se ve una fotografía de este avión y el dibujo que realizó Kenneth Arnold sobre el supuesto ovni que vio, las similitudes son increíbles.


¿Los ovnis dejan rastros?



Por MAYKEL REYES LEYVA


Supongamos que en verdad los ovnis existen y que es cierto que nos visitan con bastante frecuencia. Supongamos que los supuestos testigos no mienten y que los ovnis han descendido hasta tocar tierra. En ese caso, ¿cómo saber si en el lugar de contacto realmente se posó un No Identificado? ¿Acaso las huellas en el terreno no pueden ser productos de un fraude?
En el punto de contacto lo más común es que desaparezcan los microorganismos, y la estructura y composición química de los elementos de la superficie de la tierra se transforme. También suele ser común que la concentración de casio aumente. Se ha comprobado además que en estos sitios la hierba puede quedar aplastada y enrollada. Los tallos no se queman, pero las raíces a menudo se carbonizan. A través del microscopio se ha comprobado que las arenillas del suelo quedan rotas.
Según el doctor en Biología Y. Simakov: “En el suelo se forma una zona a la cual abandonan los nematodos y protozoos microscópicos que viven en la tierra y pueden moverse autónomamente. Las bacterias quedan”. En estos puntos de contacto se hace normal el surgimiento de nuevos tipos de protozoos (no conocidos antes en el lugar), también de nuevas plantas y de sus combinaciones más extrañas. Se dice que las moscas exageran sus actividades y las ranas se alejan del sitio, sin olvidar que los reptiles varían su modo de comportarse.
A menudo, al analizar estos detalles, cualquiera puede llegar a suponer que se habla de casos aislados, de hechos ocurridos una vez e incapaces de repetirse. Sin embargo, un hallazgo efectuado en 1999 viene a rebatir esta suposición.
En Croacia fueron encontradas, a una altura de 190 metros, en la colina de Kimarovac, huellas de algo que bien podría ser un ovni. La marca tenía forma de triángulo y fue descubierta por un sujeto nombrado Zdenko Grbavac. La longitud de esta huella en uno de sus laterales es nada más y nada menos que de 37 metros.
Según los expertos, la hierba y las piedras que delimitaban el área quedaron a 25 centímetros por debajo del suelo, “como si algo o alguien las hubiera aplastado”. Además, los análisis realizados dieron como resultado que estas piedras no pudieron soportar grandes temperaturas, mientras que la composición y estructura de las mismas no varió, aunque se pudo constatar que tenían unos pequeños agujeros, perforaciones que no poseían las piedras más alejadas de los límites del triángulo.
Pero seamos justos, no todos los ovnis dejan huellas. En ocasiones no se ha encontrado absolutamente nada, lo cual viene a agudizar el enigma de los No Identificados y su existencia.

¿Por qué hay personas que sí creen en los ovnis?



Por MAYKEL REYES LEYVA


Los científicos consideran que en la Vía Láctea existen 400 000 millones de estrellas, de las cuales un 10 % debe contar con un sistema planetario. Si cada uno de ellos albergara diez planetas, encontraríamos que hay 400 000 millones  de planetas orbitando el espacio. Suponiendo que sólo uno de cada diez desarrollara vida, nos quedarían 40 000 millones de mundos desperdigados en el Cosmos y preparados para generar vida. Si en sólo uno de cada mil planetas aparece la inteligencia, tendríamos 40 millones de civilizaciones vecinas. Como puede apreciarse, la probabilidad de que no estemos solos en el Universo no son pocas.
Aunque muchos opinan que la vida surgió en la Tierra gracias a una secuencia de sucesos puramente casuales, otros estiman que puede surgir en cualquier rincón del espacio. Señalan un detalle interesante: se ha comprobado que los aminoácidos que sirven para la construcción de la vida son comunes y básicamente iguales en todo el Cosmos. No olvidemos además que éstos son pasajeros habituales de los meteoritos, los mismos que andan sin rumbo fijo por el espacio, dispuestos a fecundar el más insignificante de los planetas que tenga las condiciones creadas.
Algunos investigadores interesados en la ufología han comprobado a través de diversas pesquisas meteorológicas, que en los momentos en que se desarrollaron muchos de los avistamientos de ovnis más relevantes, no existieron los fenómenos naturales aducidos por ciertos grupos de científicos e, incluso, por las Fuerzas Aéreas.
Un detalle que no deja de brindar esperanza a los que creen en los ovnis es, justamente, el comportamiento llevado a cabo por los servicios de información norteamericanos. En ocasiones se muestran interesados en los testigos, quienes son sometidos a extensos interrogatorios, a veces aparejados de amenazas, con el propósito de que los hechos referidos no sean divulgados. El interés por ocultar la realidad se hace tan evidente que muchos sospechan que, en verdad, algo debe estar sucediendo.
Otro argumento que viene a apoyar a los crédulos del fenómeno ovni es el descubrimiento de los neutrinos, que no son más que partículas invisibles capaces de cambiar de velocidad bruscamente y de moverse en todas las direcciones imaginables sin que se sepa el porqué. Los investigadores sospechan que los ovnis pudieran estar repletos de estas partículas, las cuales los dotarían de autopropulsión, dicho de otro modo, de energía interna.
En cuanto a las fotos tomadas a los ovnis, algunas resultan de gran interés. Cierto que los fraudes de este género han sido demasiados hasta el momento, pero otras fotografías han pasado todo tipo de pruebas y fueron catalogadas de “reales”. El fotógrafo canadiense Douglas Curran ha recorrido el continente americano en busca de testimonio gráfico de los No Identificados. Su colección es vastísima, pues abarca desde huellas de tierra quemada con testigos sonrientes señalando al sitio donde vieron “su ovni”, hasta festivales con maquetas de naves, cohetes y platillos volantes.
Por otra parte, el fallecido fotógrafo fotógrafo español Antonio de Rivera fue autor de un álbum de fotos titulado Ovnis frente a la cámara, donde aparecen 25 imágenes inexplicables, especialmente una en la que se observa un ovni sobre un banco de nubes.
Las fotos no son pruebas concluyentes. Ni siquiera lo son las anomalías encontradas en un terreno determinado, producidas por un objeto volador no identificado al aterrizar en dicho sitio. Porque, aunque muchos lo nieguen, los ovnis sí dejan rastros... 

¿Era un ovni la estrella de Belén?



Por MAYKEL REYES LEYVA


Cuenta el Nuevo Testamento que cuando Jesús de Nazaret fue a nacer, una estrella se les apareció a los tres Reyes Magos para llevarlos hacia el lugar del nacimiento. Los célebres personajes bíblicos, montados en camellos, siguieron la trayectoria de la estrella durante varios días con sus noches, seguros de que la misma no era más que una señal de su dios Yavé para indicar el sitio exacto donde nacería el Mesías. Aquella intensa luz, misteriosamente, no desapareció ni una sola vez del cielo. Se mantuvo todo el tiempo frente a los magos hasta que al final cumplió su cometido. Pero, ¿era realmente una estrella?
Primero, debemos tener en cuenta que todas las estrellas no son más que soles que se hallan a buena distancia de la Tierra. Resulta absurdo pensar que uno de esos soles haya podido acercarse a nuestro planeta, mucho menos a Belén. Pero es más, si un Sol hubiese sido capaz de llegarse a nuestro Sistema Solar, el desastre cósmico desencadenado hubiera sido de tal magnitud que en la actualidad no estaríamos aquí para contarlo.
Teniendo en cuenta que la estrella en cuestión apareció para guiar a los magos, desapareció luego al llegar a la famosa ciudad de Jerusalén y reapareció un poco más tarde para que los magos reemprendieran el viaje hacia la aldea de Belén, no podemos afirmar que la estrella haya sido un cometa. ¿Por qué? Pues porque los cometas se autodestruyen al penetrar en la atmósfera terrestre. Además, en el caso de que éste en particular no hubiese entrado nunca a la atmósfera de nuestro planeta, solamente su cercanía habría sido vista por otros pueblos debido a su larga cola. Sin embargo, esto no aparece en los anales de la Historia, como sí aparece el paso del archiconocido cometa Halley en el año 12 a. C., resultando todo un acontecimiento. Además, ningún cometa tiene la facultad de detenerse justo sobre el lugar donde acababa de nacer el niño Jesús.
Tampoco sería lógico asegurar que la estrella de Belén era un meteoro, pues estos son pequeñas partículas que al rozar la atmósfera crean unas estelas luminosas que solemos denominar “estrellas fugaces” y que duran unas poquísimas fracciones de segundos.
Diferente resulta la caída de un meteorito, pues estos alcanzan a veces dimensiones de varios metros. Si la estrella de Belén hubiese sido un meteorito, el desastre se hubiera hecho sentir. Recordemos el famoso meteorito de Tunguska en 1908, o el otro caído en 1947 en la Siberia Sudoriental, o el autor del cráter de Arizona, que mide 1 250 metros de diámetro y más de 170 de profundidad. Además, no olvidemos que los meteoritos son incapaces de mantener una trayectoria horizontal y mucho menos detenerse sobre un establo.
Veamos ahora la posibilidad de que la estrella que nos ocupa haya sido una nova o una supernova. Las supernovas son estrellas que al sobrepasar cuatro veces la masa normal de un Sol, aumentan rápidamente de tamaño (en cuestión de días), aumentando además la intensidad de su luz, seguido de una veloz extinción. Mientras que las novas son casi iguales a las anteriores, sólo que a una escala mucho menor. La aparición de estos fenómenos astrofísicos es en extremo inusual, sin contar con el hecho de que en nuestro Sistema Solar no hay (ni ha habido) este tipo de estrellas.
Cuando dos planetas se sitúan en el mismo grado de longitud está ocurriendo una conjunción planetaria. En el instante en que esto ocurre, las esferas alineadas parecen una estrella de gran luminosidad. ¿Pudo una conjunción de planetas ser la estrella de Belén? El 17 de diciembre de 1603 el astrónomo y matemático Juan Kepler observó la aproximación entre Saturno y Júpiter en la constelación de Los Peces. Al calcular sus posiciones, Kepler descubrió que siglos antes estos dos planetas también se habían dado cita, incluso unos pocos años antes del nacimiento de Jesús. El primero fue el 29 de mayo del año 7 a. C. El segundo el 3 de octubre del mismo año y, por último, el 4 de diciembre también del año 7. Pero, lo dicho, esta triple conjunción ocurrió siete años antes del nacimiento del Mesías. Por otra parte, los Magos, quienes tenían conocimientos de astrología y astronomía, debieron haber estado informados de este acontecimiento, por lo cual no parece lógico pensar que hayan confundido este hecho con la mística estrella. No olvidemos que el viaje de los Magos hacia Jerusalén y luego hasta Belén debió durar meses y la conjunción de planetas apenas duran, como máximo, varios días, siendo demasiado una semana. Pero la famosa estrella se detuvo sobre el establo con el propósito de que los tres magos no se confundieran con los demás establos que de seguro existían en la aldea de Belén, mientras que la triple conjunción entre Saturno y Júpiter, ocurrido siete años atrás, se llevó a cabo a millones de kilómetros de nuestro planeta.
Por último, un detalle que no podemos olvidar bajo ningún concepto. Todos los testimonios históricos recogidos nos refieren que las caravanas de mercaderes, los correos, los extranjeros y hasta las expediciones militares que circulaban por aquellos tiempos, preferían avanzar durante el día para evitar así los accidentes en el terreno, los salteadores, los ataques de los animales y un sinfín de obstáculos que hacían peligrar la seguridad de cualquier viajero. Y como ninguna estrella, cometa, meteoro, meteorito ni conjunción de planetas puede ser avistado a pleno día, entonces, ¿qué era la estrella de Belén? ¿Acaso un ovni?
Para muchos investigadores del fenómeno ovni, la respuesta resulta clara. Opinan que sólo una nave extraterrestre tripulada podría mantener un vuelo horizontal, aparecer y desaparecer cuando quisiera, guiar a los Reyes Magos durante las noches y los días, incluso detenerse sobre un establo y señalar el sitio exacto donde nacería el niño Jesús.
Sin embargo, esta respuesta tampoco convence a muchos, dejándolos en una encrucijada. Si no era un ovni, entonces, ¿existió realmente la estrella de Belén?

¿Por qué hay personas que no creen en los ovnis?

Por MAYKEL REYES LEYVA


Los que no creen en los ovnis comienzan su basamento en la hipótesis de imposibilidad de vida inteligente fuera del sistema solar. La vida no posee un desarrollo simple, sino todo lo contrario. Es un fenómeno sumamente difícil, pues para que ocurra se requiere de la simbiosis de los elementos metabolizadores (las proteínas) y los elementos capaces de transmitir la herencia genética (los ácidos nucleicos).
El escritor e investigador español Luis Ruiz de Gopegui afirma que “la Vida en la Tierra fue completamente casual”, ya que “tuvo su origen gracias a una compleja y larga serie de acontecimientos, como por ejemplo, la formación de moléculas orgánicas muy sencillas a partir de las inorgánicas ya existentes, forzada por la acción desordenada de ciertas fuentes de energía, la transformación de estas moléculas en otras mucho más complejas, etc.”
Por otra parte, existe la posibilidad que de existir vida extraterrena en otros mundos distintos al nuestro, los seres que lo habiten sean criaturas sin cerebro. Luis Ruiz de Gopegui comenta que “es posible que si se alcanza una cierta etapa en la evolución, la aparición del cerebro sea algo bastante probable, pero no es necesario que la vida tenga por fuerza que evolucionar hasta alcanzar dicha etapa. Podría discurrir por otros derroteros sin dar origen a tal órgano. También cabe preguntarnos si la inteligencia, entendida como la capacidad de que ciertos organismos puedan atravesar el umbral del fenómeno cultural, es o no inevitable en el proceso de los seres sin cerebro”.
Gopegui reflexiona sobre la posibilidad de que seres extraterrestres inteligentes posean o no consciencia (funciones cognitivas), pues si ésta no existe resultaría totalmente que se pudiera llegar a dominar aspectos fundamentales de la vida del hombre, como por ejemplo: la investigación científica o filosófica, el arte o la mística, y por lo tanto cualquier otro estadio de pensamiento necesario para desarrollar lo que se conoce como “fenómeno cultural”. Si esta especie existe y es incapaz de establecer comunicación fluida con nosotros, ambas se ignorarían entre sí desde el punto de vista cultural y social, y un ejemplo de ello lo constituimos nosotros y nuestras coterráneas las abejas.
Gopegui afirma: “Biólogos contemporáneos muy autorizados opinan que el ser humano es prácticamente irrepetible y cualquier especie que se asemeje a él es altamente improbable. El hombre es un producto más de la casualidad cósmica que de la necesidad biológica, quizás, por tanto, lo más sensato sea pensar que estamos solos en el universo”.
Otra de las razones utilizadas por los antiplatillistas para rebatir el fenómeno ovni es la de que los testigos pueden estar influenciados por una atmósfera artificial que, en algunos casos, fue creada deliberadamente. Para algunos sociólogos y psicólogos, el fenómeno platillista es un producto de la era moderna, marcada ya para siempre por la salida del hombre al Cosmos, como también por la incertidumbre con que muchos ven el futuro y, a causa de la escasez de viejos mitos, vigilan el cielo con la esperanza de ver aparecer a un Mesías cósmico que resuelva sus problemas.
Una de las razones más populares tal vez sea aquella donde en lugar de un ovni algunos tienden a poner un globo sonda, un satélite artificial o cualquier objeto completamente terrestre. De este modo lo supuesto como extraterrestre pasa a ser “del patio”. El investigador Daniel Solano nos dice: “Las estadísticas mundiales de avistamientos coinciden en que de 90 a 95 % de estos han sido explicados como: fenómenos meteorológicos y astronómicos (planetas brillantes, meteoros, auroras, nubes de iones, etc.), aviones, pájaros, globos, proyectores, gases calientes, lanzamientos de cohetes, rayos esféricos, contaminación de la atmósfera y otros”. Es decir, que casi cualquier cosa que veamos en el cielo puede ser confundido con un ovni sin que lo sea.
Los que no creen en los ovnis se apoyan también en razones teóricas un tanto difíciles de rebatir. Aducen que es imposible que un objeto material que haya sido colocado de manera previa en la atmósfera, pueda desplazarse a las velocidades que indican los testigos sin que se produzca el denominado “bang supersónico”. Por otra parte, están convencidos de que los avistamientos reportados son influidos por el cine y los libros de ciencia ficción, pues “sólo se cree haber visto un platillo volador cuando se cree en ellos de antemano”.
Para aceptar este fenómeno explican los científicos se precisa de un documento definitivo que estableciera su carácter material. Las pruebas presentadas hasta hoy día (entiéndase fotografías, huellas en terrenos donde se supone que hubo algún aterrizaje, cintas de vídeo, los hechos contados por testigos bajo los efectos de la hipnosis, etcétera) están muy lejos de ser concluyentes.
Cuatro razones fundamentales guían a ciertos gobiernos para negar la existencia de los ovnis. La primera es de carácter psicológico (aceptar la realidad ovni y su posible procedencia extraterrestre, puede provocar pánico en la población y las consecuencias muy probablemente serían desastrosas). La otra razón posee un matiz filosófico (reconocer la existencia de seres espaciales equivaldría a decir que la Humanidad tiene competencia y esto, a muchos, por diversos motivos, no les conviene). Otra es de índole político (el Gobierno que reconozca en público la presencia de objetos voladores no identificados en territorio nacional, entrando y saliendo a su completo antojo sin que nada pueda hacerse para evitarlo, sería decir que las fronteras de ese país son fácilmente violables). Y la cuarta es de carácter militar (se especula sobre la posibilidad de tratados de intercambios de aparatos sofisticados existentes entre ciertos gobiernos. En el caso de que se lograse atrapar un ovni o éste cayera accidentalmente desde el aire, puede llegarse a ocultar el hecho con el propósito de mantener en secreto las posibles armas o aparatos de incalculable desarrollo tecnológico y militar que se hallen en su interior).
Por último, bromas de mal gusto hechas por aquellos que no creen en los ovnis intentan reducir el interés del público hacia los objetos voladores no identificados. Un ejemplo de ello fue la broma llevada a cabo en Inglaterra hace algunos años, cuando una supuesta flotilla de ovnis aterrizó en la cancha de golf de Sundrige Park, en Bromley Kent, al sudeste de Londres, los cuales, luego de cansarse de emitir zumbidos, fueron abiertos por un técnico quien halló en su interior dos baterías de automóvil, un transmisor de radio de fabricación británica y un espantoso olor a huevos podridos, sin olvidar varios litros que contenían una sustancia  viscosa de color blancuzco.

viernes, 18 de marzo de 2016

¿De dónde vienen los ovnis?

Por MAYKEL REYES LEYVA




De todas las hipótesis existentes sobre cuál puede ser el origen de los ovnis, la más difundida en todo el mundo es la hipótesis extraterrestre (HET). En ella se da a conocer el grado de posibilidad de que los No Identificados sean tripulados por seres que no son del planeta Tierra, tengan o no formas humanoides. Cabe que en uno de los miles de millones de sistemas solares que vagan por el espacio, haya uno o varios planetas habitados por seres inteligentes o no. Pero, por supuesto, si apostamos la HET debemos suponer que estos seres son intelectualmente capacitados y que poseen, en estos momentos, una tecnología mucho más avanzada a la que poseemos nosotros.
Otra de las hipótesis nos aclara que los ovnis pueden tener su origen fuera de este Universo, es decir, en un Universo paralelo, no físico, no visible. Me refiero a Universos físicos como el nuestro, pero con la diferencia de que no podemos verlos ni registrarlos, aunque estén ocupando el mismo espacio y el mismo tiempo que el nuestro, sólo que sometidos a ritmos y vibraciones atómicas diferentes a las que conocemos. Por esta misma razón, nuestro Cosmos puede permanecer invisible para muchas de las posibles civilizaciones que se hallen en dichos Universos paralelos y que aún no hayan alcanzado suficiente nivel técnico o espiritual como para descubrirnos y viajar hasta nosotros.
Otra teoría a analizar es la de los intraterrestres. No son pocas las leyendas que hacen mención a una antigua civilización que puede estar habitando el interior de la tierra. Estas leyendas marcan la ciudad subterránea en algún punto del Tíbet y se piensa que varias personas han tenido contacto directo con estos seres, adquiriendo así conocimientos muy adelantados para su época. Se dice que los intraterrestres no tienen ningún interés en nosotros, pero que nos estudian en detalle con el propósito de poder evitar, en el momento preciso, cualquier catástrofe que seamos capaces de provocar sobre la naturaleza y, por supuesto, sobre el planeta en general. Si estas criaturas fuesen más inteligentes que nosotros y poseyeran una tecnología mucho más avanzada, podrían tener los ovnis bajo tierra, utilizarlos solo cuando lo creyesen necesario, y lo harían desaparecer sin que ninguno de los radares que apuntan hacia el espacio puedan captar sus maniobras.
La siguiente teoría señala hacia el fondo del océano. Cuentan los alemanes que durante la II Guerra Mundial observaron objetos luminosos que pasaban a velocidades supersónicas por los costados de sus submarinos, provocando que los equipos se volviesen locos durante breves instantes. Cabe la posibilidad que una raza de seres inteligentes y acuáticos haya hecho nacer y crecer una civilización mucho más equilibrada que la que poseemos nosotros. Algunos testigos afirman que los ovnis vistos en determinados sitios han surgido del mar o viceversa, es decir, han desaparecido en el mar.
Por último, están los denominados viajes por el tiempo. Existe la posibilidad de que esos objetos voladores provengan de un futuro muy lejano. Eso explicaría, en parte, el hecho de que sus tripulantes hayan sido descritos por los supuestos testigos como semejantes a nosotros. En nuestros días se están construyendo aviones cada vez más parecidos a los ovnis y se están llevando a cabo en diferentes países experimentos para crear un mecanismo que nos permita viajar por el tiempo. Si los hombres del futuro hubiesen conseguido crear objetos voladores tan sofisticados y, además, de inventar la máquina del tiempo, lo lógico sería que viajasen al pasado con el propósito de estudiar “en vivo” los procesos históricos acaecidos durante la evolución del Hombre.
Para finalizar, un detalle. No puede obviarse la posibilidad de que los ovnis tengan como respuestas todas las hipótesis aquí planteadas. Esa podría ser una de las explicaciones que nos aclaren por qué tienen formas distintas y por qué los seres que los tripulan, en los diferentes casos, poseen fisonomías disímiles entre sí.