Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

martes, 28 de octubre de 2008

La importancia de llamarse Ernesto


Por MAYKEL REYES LEYVA



...ningún libro es también una escalera.
Jorge Luis Borges

Solía contarme que cierta vez se sorprendió con Eliseo Diego sentado en el patio de su propia casa, en medio de un grupo de amigos amantes de las letras. Era una suerte de tertulia, donde a cada uno le tocaba leer lo suyo. Finalmente, le tocó a él. Bajo la sombra de los árboles leyó un poema y, al terminar, halló sobre su figura la mirada fija de Eliseo, quien parecía haber reparado en su presencia por vez primera. “¿Cuál es tu nombre?”, indagó el Maestro. Con humildad, le respondió: “¿Yo? Ernesto.” Eliseo negó con la cabeza, meditabundo, y luego sentenció: “No, tú te llamas... Ernesto Ernesto.”

Hoy es casi un sacrilegio ser batabanoense y no conocer a Ernesto Ernesto. O vivir en cualquiera de los otros municipios de La Habana y ni siquiera haberlo oído nombrar. Pedro Ernesto Pérez Pedroso (Surgidero de Batabanó, 1950) es uno de esos escritores con los que vale la pena sentarse a hablar, pues es dueño de un sinfín de anécdotas de todo tipo. Durante una de esas charlas supe que era sobrino de Regino Pedroso y me acerqué, por primera vez, a ese mundo fabular y subyugante que él mismo dio en llamar Bujamey.

Poeta, pintor y narrador, alérgico ─diría yo─ a los concursos y a hacer vida literaria (excepto cuando escribe), tiene en su haber las novelas La Venus negra de La Te, El tocayo, E.E. versus G.C, (posteriormente rebautizada con el titulo Sin concha ni apuntador) y la controversial novela Bujamey, presentada en la Sala Alejo Carpentier de la Plaza San Carlos de la Cabaña durante la X Feria Internacional del Libro de La Habana 2001.

Fue el crítico y ensayista Salvador Redonet quien ─seis años antes, en 1995─ dijera: “En la novela Bujamey hay romance y no es una novela romántica; hay ficción científica y no es ciencia-ficción; hay espionaje y no es política; hay religiosidad y no es religiosa; hay política y no es una novela política; hay una nueva y poco conocida mitología ─que estoy seguro interesaría sobremanera a los mitólogos─, y aún no me atrevo a enmarcarla como mitológica; hay también mucho erotismo y no es erótica; y ustedes se preguntarán: Entonces ¿qué es Bujamey?; pues yo les diría ─tomando palabra de Lezama─ que esta novela es el hallazgo en la realidad signada del espacio gnóstico transfigurativo que engendra la realidad, devolviéndola a su imposible infinitud, para que no vuelva a engendrar imagen posible...”

¿Cómo surge el mito que dio pie a la novela Bujamey?

Por un antiguo saliente costero que hubo donde luego de 1815 ─cuando uno de los ciclones más devastadores que azotó la Isla tuvo lugar─ quedó solo un pequeño monte sobreasomado al que todos los pobladores continuaron llamando Guajamey, pero que un español, con ese vicio badajoceño de sustituir, cambió el fonema gua por bu, y al trazar su mapa costero bautizó el lugar como Bujamey.

¿Qué es el bujameyismo y cómo se manifiesta?

El bujameyismo es el hecho de asumir la benefacción del agua y no lamentarla, como acaso algunos de nuestros mejores escritores lo han expresado. En Surgidero, la llegada de los ciclones, por ejemplo, sabiéndose el peligro que entrañan, constituyen para los pobladores una explosión de alegría y jubileo. Esa expresión particularísima llevada al texto es lo que, tras publicarse Bujamey, comenzó a manifestarse de tal forma que es lo que llamamos bujameyismo.

¿Cuánto de Batabanó hay en Bujamey, y viceversa?

Bujamey es Surgidero (de Batabanó), no Batabanó. Es la utopía infantil que todo niño abriga y la que, al crecer, se nos enquista confundida en la añoranza juvenil. De Surgidero hay en la novela la Calle La Línea, la Clínica Nuestra Señora del Rosario, la Calle Cacarajícara (donde murió el músico mejicano Juventino Rosas); aparece también el hotel Dos Hermanos, inglesado en el Two Brothers; el puente El Chivo y personas-personajes como Sergio Cornúa, María Lagüesera, y muchos otros.

Eres un escritor controvertido. ¿Cuánto de riesgo y de favorable hay en eso?

Creo que todo escritor es controvertido, si no, no escribiera. En cuanto al riesgo, por llamarme Ernesto corrí el primer riesgo, ya sea por la importancia o por la equivocación para su traducción de honest y Ernest, según se supo después. Cuando Eliseo Diego me bautizó con el duplo de mi nombre, se aunó mi alter ego y al nuclearse toda la homoduplexia de mí mismo, se hizo la luz. He ahí lo favorable.

Cuando seas polvo en el viento, ¿seguirá existiendo Bujamey?

Bujamey existirá porque ha sido y es una escalera, a pesar de Borges.

Sin Batabanó, ¿quién sería Ernesto Ernesto?

Sin Batabanó, Ernesto Ernesto sería Ernesto Ernesto, porque simplemente existe Bujamey.

(Publicado en el habanero, el martes 14 de octubre de 2008.)

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