Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

Millvina Dean, la última pasajera del Titanic

Por Maykel Reyes Leyva


Calificado como insumergible y bautizado como El Barco de los Sueños, el Titanic fue mucho más que eso: fue el símbolo del fracaso, de la tragedia y del horror. Su verdadero nombre era Royal Mail Steamship Titanic (Buque Correo Real) y fue el segundo de un trío de trasatlánticos que pretendía dominar el negocio de los viajes transoceánicos a principios del siglo XX.

Fue diseñado por Thomas Andrews y era propiedad de la compañía White Star Line. Durante sus cinco días de vida, fue considerado el mayor y más lujoso barco de pasajeros de la época, un verdadero adelanto técnico frente a los demás trasatlánticos de la competencia.

Zarpó según lo programado: el 10 de abril de 1912 desde el puerto de Southampton, en Inglaterra, con destino a Nueva York, Estados Unidos. Llevaba a bordo 2 224 personas (337 en Primera Clase, 285 en Segunda y 721 en Tercera), incluidos los 885 marineros de la tripulación. Su capitán, el veterano Edward John Smith, era el más experimentado de la White Star Line. Antes de zarpar había asegurado que éste sería su último viaje, pues deseaba jubilarse para poder pasar más tiempo junto a su esposa y familia.

El Titanic viajó rumbo a Cherburgo, donde embarcó más pasajeros. Luego atracó en Queenstown, Cork, Irlanda, para recoger más pasajeros de tercera clase y el correo. Todo transcurría apaciblemente hasta que el 13 de abril empezaron a recibirse los primeros reportes de avistamientos de bloques de hielo en la ruta.

El capitán Smith ordenó alterar un poco el rumbo para esquivar los grandes sectores de icebergs. Quizás haya sido este el peor error. En la noche del 14 de abril, mientras el Titanic avanzaba por una zona de aguas quietas sin oleaje, los vigías dieron la alarma. Tenían delante, a 600 metros de la proa, un inmenso iceberg que venía hacia ellos. El primer oficial, llamado William Murdoch, hizo girar el timón para evitar la colisión. Sin embargo, esto sólo impidió que el choque se
produjera frontalmente, con lo que de seguro no se hubiera hundido y hubiese sido capaz de seguir navegando como si nada. El iceberg rozó el buque abriéndole las placas de estribor con seis brechas diferentes que en total sumaron cinco compartimentos con agua. En ese momento el Titanic quedó sentenciado a muerte.
Aunque en la noche del 14 de abril y en la madrugada del 15 murieron 1 523 personas, sólo pudieron rescatarse 306 cuerpos. Sobrevivieron al desastre 706 pasajeros. La última sobreviviente murió, a los 97 años de edad, el domingo 31 de mayo de 2009. Su nombre: Millvina Dean.

Su madre, Georgetta, y Bert, su hermano, también sobrevivieron al desastre. Pero su padre, Bertram, estuvo entre los fallecidos. En el 2002, Millvina contó: “Ella (la madre) se despidió de mi padre y él dijo que nos alcanzaría después. Fui colocada en el bote salvavidas 13. Era una noche helada y finalmente el (buque) Carpathia nos recogió.”

La pareja, acompañada de sus hijos, iba rumbo a Estados Unidos con la intención de empezar una nueva vida y abrir una tienda de tabacos en Kansas. Sin embargo, Millvina nada podía recordar sobre los terribles sucesos que hicieron desaparecer en el fondo del mar al Titanic, pues tenía sólo dos meses de edad. La última que podía recordar algo era Lillian Asplund, quien tenía 5 años el día del hundimiento. Falleció el 6 de mayo de 2006, en Massachussets, Estados Unidos. Más tarde, en octubre de 2007, moría Barbara West, otra sobreviviente que apenas tenía 10 meses y 22 días al momento de la catástrofe. Por tanto, Millvina Dean era la persona más joven de todas las que embarcaron y la última superviviente en morir. 

Gustaba afirmar que nunca vio la película de James Cameron ni los innumerables reportajes que se hicieron sobre el Titanic por considerarlos morbosos. Sin embargo, en los últimos años solía sacar periódicamente a subasta objetos relacionados con el Titanic para poder pagar la residencia de ancianos donde vivía.

Si el año 1912 ha sido recordado por el hundimiento del mayor trasatlántico del mundo, 2009 también quedará en la historia debido a la muerte de quien sobrevivió, por 97 años, al Titanic.

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