Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

lunes, 1 de marzo de 2021

 


 

Bosque en llamas

 

Es el bosque en llamas.

Quien dice bosque

puede también decir tu cama

o ese trocito milimétrico de piel

                          que nunca alcancé.

(Como un Nirvana).

Eran tus senos embravecidos,

la lucha diaria por no perderme en tus ojos.

Era el cansancio sin fin

de perseguir tu nombre infinito.

Nada duele más que mi rostro en el espejo.

Nada suena más hueco que los años perdidos.

No tengo hijos,

no he sembrado árboles,

sólo he escrito libros

que nadie lee.

Quemo las páginas infinitas de mi miseria.

Es como un bosque en llamas

oscureciendo el cielo.

Escucho tu voz en el viento:

“Espérame”.

Y esa esperanza alimenta al fuego.

Ardo.

Crepitan las llamas en mis huesos.

Todo se quema,

incluso tu ausencia.

Sólo bastó una brasa

para desatar el caos.

 


 

Pasajero a ninguna parte

 

He perdido el tren.

Se ha ido.

Queda la estación vacía,

desierta,

silenciosa.

Ya no conoceré otros paisajes,

no descubriré nuevos rostros.

Descender en otra estación

es sólo una quimera.

Observo el reloj.

No entiendo.

Para mí es temprano todavía.

Pero hoy en día es todo tan absurdo,

tan vertiginoso...

Regreso a mi guarida.

Ya todos se han ido.

Dicho de otra manera: nadie me espera.

El tren ha partido sin mí.

Ahora

sólo me queda esperar.

No sé a qué.

Y espero.

 


 

 Lobo

 

Soy un lobo

atravesando con paso lento

la eterna estepa gris

de mis recuerdos.

Ya no muestro los colmillos.

Ya no gruño.

Soy una especie de oveja

con piel de lobo.

Lamo mis heridas,

las miles de heridas,

que cargo en el pecho.

Me arden las que nadie ve,

las que sólo yo sé que existen.

Ahora

dedico mi tiempo a perseguir mariposas,

duermo sobre colchones de nieve

añorando el verano,

y contemplo el rostro en la luna

que también me contempla.

Soy sólo un lobo viejo, maltrecho,

que cuenta en las nubes

las camadas que nunca quiso.

No tengo manada.

Creo que nunca la tuve.

Si acaso, unos pocos sueños que perseguí en el viento

y que nunca alcancé.

Ahora aúllo hacia dentro

y me estremezco.

Las demás criaturas se apartan al verme.

No ven a la oveja, sólo al lobo.

Temen las dentelladas

que ya no soy capaz de lanzar.

Los entiendo.

Un lobo solitario siempre impone.

Mucho más cuando sus ojos

ya lo han visto y lo han perdido todo.