Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

El cine y el futuro

Por MAYKEL REYES LEYVA


Como si en una simple cinta de celuloide estuviera concentrado todo el poder de una máquina del tiempo, disímiles directores han intentado darnos su visión de lo que será, algún día, nuestra civilización.

Estos visionarios vaticinan un futuro en el que la Ciencia habrá suplantado al Destino, llegando a regular muchos aspectos de nuestra existencia. Para ellos, la cada vez mayor falta de identidad del ser humano, lo hará sumirse en un mar de consecuencias posiblemente irrevocables.

Desde sus inicios, el séptimo arte se basó en la literatura de ciencia ficción para contar sus propias historias futuristas. Así se hizo una versión de La Máquina del Tiempo, del escritor inglés H. G. Wells, en la que un hombre viaja a un futuro lejano y se encuentra que donde antes hubo ciudades, ahora todo está desierto. En sus pesquisas descubre una civilización casi extinta y asustada, dominada por seres monstruosos que habitan en el interior de la tierra.

Otro tanto hizo el director Richard Fleischer al llevar al cine una versión de la mítica novela Veinte mil leguas de viaje submarino, del escritor francés Julio Verne, donde se nos muestra a un grupo de hombres, encabezados por el capitán Nemo, que han encontrado refugio en los fondos marinos en un intento por escapar de la propia Humanidad.

Más tarde, el director francés Francois Truffaut se atrevió con una de las novelas del escritor norteamericano Ray Bradbury: Fahrenheit 451. En ésta, los bomberos ya no se dedican a apagar incendios, sino todo lo contrario. A una temperatura de 451 grados fahrenheit queman libros, recordando la quema que llevó a cabo en la biblioteca de los druidas en Alesia el emperador romano Julio César, o aquella más reciente protagonizada por Adolfo Hitler durante la II Guerra Mundial.

Otros directores se han atrevido a vaticinar un futuro más apocalíptico. En 1960, Franklin Schaffner filmó El Planeta de los Simios. En este filme, un grupo de cosmonautas que han estado en el espacio durante un largo período, regresan a la Tierra y descubren que de la Humanidad no queda prácticamente nada y que ahora son los monos quienes gobiernan, mientras un puñado de humanos que han logrado sobrevivir son usados como conejillos de Indias.

Un poco más cercana a nosotros está la película THX-1138, filmada en 1970 por George Lucas y protagonizada por Robert Duval. Esta historia nos muestra una civilización extrañamente sumisa, habitando el interior de la Tierra y regida hasta el mínimo detalle por el Orden. Aquí todo está controlado por máquinas robot, mientras el silencio, la monotonía y los largos pasillos iluminados y limpios, nos dan la sensación de estar en un hospital.

Tuvimos que esperar hasta 1982 para que surgiera el primer clásico de la cinematografía de anticipación o futurista: Blade Runner, del famoso director Ridley Scott. Esta película, basada en la novela ¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?, del narrador Philip K. Dick, está considerada La Biblia de la Ciencia Ficción, pues muchos están seguros de que así mismo será el futuro.
En este filme, las máquinas androides (replicantes) se negarán a ser desconectadas. Se mezclarán como si nada con los humanos. Las ciudades, superpobladas y llenas de rascacielos, darán una sensación asfixiante. El capitalismo habrá llegado a la cumbre de la alucinación y por doquier habrá gigantescas pantallas digitales pasando todo tipo de comerciales.

En 1984, James Cameron realizó la cinta Exterminador. En esta historia, un híbrido entre la ciencia ficción y el thriller, se deja entrever un futuro devastado por una guerra en la cual los bandos enemigos construirán máquinas cada vez más sofisticadas, desde androides de una fuerza suprahumana hasta hombres de mercurio capaces de transformar su fisonomía.

También futurista es el filme Robocop, rodada en 1987 y dirigida por Paul Verhoeven. Aquí la delincuencia se ha apoderado de la sociedad y el hombre es incapaz de frenarla. Por tanto, se construye un robot, mitad hombre, mitad máquina, que tendrá que combatir el crimen.

En Cyborg, de Albert Pyun y filmada en 1987, la Humanidad acaba de pasar por una guerra mortal, una extraña enfermedad causa estragos entre los sobrevivientes y un hombre, acompañado por una mujer androide, deberá encontrar la cura. Aquí los humanos se han agrupado en pequeñas pandillas que lucharán entre sí para conseguir agua, y tratarán de obtener el poder absoluto mediante la fuerza.

Los filmes más recientes de anticipación poseen teorías diferentes. Por ejemplo, en Mundo Acuático, del director Kevin Reynolds, el ser humano ha deteriorado el medio ambiente y, por ende, ha subido en nivel del mar. Los pocos sobrevivientes de esta catástrofe se han refugiado en atolones que flotan en medio del inmenso océano. Un hombre mutante, poseedor de membranas entre los dedos, será el protagonista.
Otra, y de mejor calidad, es La Matrix, de los hermanos Larry y Andy Wachowski, quienes profetizan un futuro computarizado, donde la realidad virtual no es más que el presente que estamos viviendo.

Muchos otros filmes se han realizado desde entonces hasta acá y en cada uno de ellos el ser humano no queda muy bien parado. De este modo, estos visionarios del séptimo arte siguen intentando vislumbrar el futuro de la sociedad, un futuro no muy lejano si no detenemos a tiempo este caos que poco a poco se adueña del mundo.

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