Lobo
Soy un lobo
atravesando con paso lento
la eterna estepa gris
de mis recuerdos.
Ya no muestro los colmillos.
Ya no gruño.
Soy una especie de oveja
con piel de lobo.
Lamo mis heridas,
las miles de heridas,
que cargo en el pecho.
Me arden las que nadie ve,
las que sólo yo sé que existen.
Ahora
dedico mi tiempo a perseguir mariposas,
duermo sobre colchones de nieve
añorando el verano,
y contemplo el rostro en la luna
que también me contempla.
Soy sólo un lobo viejo, maltrecho,
que cuenta en las nubes
las camadas que nunca quiso.
No tengo manada.
Creo que nunca la tuve.
Si acaso, unos pocos sueños que perseguí en el viento
y que nunca alcancé.
Ahora aúllo hacia dentro
y me estremezco.
Las demás criaturas se apartan al verme.
No ven a la oveja, sólo al lobo.
Temen las dentelladas
que ya no soy capaz de lanzar.
Los entiendo.
Un lobo solitario siempre impone.
Mucho más cuando sus ojos
ya lo han visto y lo han perdido todo.
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