Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

jueves, 14 de enero de 2010

Gertrude Stein: Una generación perdida

Por Maykel Reyes Leyva


Desandando los vericuetos de la historia de Ernest Hemingway, el nombre de una escritora suele saltar con increíble insistencia: Gertrude Stein. Es prácticamente imposible hablar del Premio Nobel de Literatura sin mencionar el nombre de la mujer que tanto influyó -positiva y negativamente- en su manera de hacer.

Quiso el destino que su vasta obra (caracterizada por un alto nivel experimental) quedase relegada a un plano menor. Si hoy, más de 50 años después de su muerte, todavía hablamos de Gertrude Stein, es por los vínculos que sostuvo con aquellos grandes escritores norteamericanos a los cuales denominó, casi por azar, “generación perdida”.

Gertrude Stein, la más pequeña de cinco hermanos, nació en Allegheny, Pennsylvania, el 3 de febrero de 1874. Estudió Psicología en la Universidad de Harvard. Bajo la influencia del famoso psicólogo William James, experimentó con la escritura automática. De ahí que uno de sus trabajos fuese publicado en Harvard Review of Psychology. Aunque no se hizo psicóloga, nunca dejó de reconocer que las teorías y concepciones filosóficas sobre el pragmatismo, de William James, habían ejercido un determinado efecto en su obra.

Se radicó en Francia en 1903. En 1909 publicó el libro Tres vidas, integrado por tres novelas cortas: La buena Ana; Melanctha y La dulce Lena. Con su publicación, la Stein no obtuvo gran fama. Se le hizo notar cierta influencia de Flaubert. A pesar de eso, ella misma consideraba su obra en un grado mucho más alto, llegando a afirmar que Melanctha había sido “el primer paso en firme de la literatura del siglo XIX a la literatura del siglo XX”.

Para entonces ya había convertido su hogar (en el 27 de la rue de Fleurus) en centro de reunión de los movimientos de vanguardia de mayor influencia en las letras y las artes del siglo XX. Era visitada con bastante frecuencia por los pintores Pablo Picasso y Henry Matisse, y los escritores Francis Scout Fitzgerald, Sherwood Anderson y Ezra Pound, entre otros.

Stein era suficientemente joven para entender a los artistas, suficientemente madura para patrocinarlos y suficientemente acaudalada para comprar sus pinturas. Adquirió muchos cuadros de genios que en ese entonces eran desconocidos: Cézanne, Monet, Rendir, Daumier, Gauguin, Picasso...

Ernest Hemingway fue quien más influyó en su inmortalidad al dejar constancia de su existencia en París era una fiesta. La relación mantenida entre ambos, signada por la admiración y el odio, parece cosa de novela. El Premio Nobel la describió de la siguiente forma: “Miss Stein era muy voluminosa, pero no alta, de constitución física maciza como de campesina. Tenía unos ojos hermosos y un rostro de fuertes rasgos judeoalemanes, pero hubieran podido ser muy bien friulanos, y me recordaba a una labriega del norte de Italia con sus ropas y su cara expresiva y su hermoso, copioso y vívido cabello de inmigrante, peinado en un moño alto que seguramente no había cambiado desde sus tiempos de estudiante. Hablaba sin parar y al principio lo hizo sobre personas y lugares.”

Era una amante empedernida de la pintura, en especial del cubismo y el abstraccionismo, al punto de intentar insertar estas tendencias en sus textos. Esto no le impidió considerarse a sí misma una defensora del realismo. Aseguraba que las palabras debían expresar la realidad de manera inmediata (en forma directa, decía), si se pretendía reproducirla. Para conseguirlo, era necesario rechazar incluso el contenido, al que consideraba la envoltura exterior de la palabra. En consecuencia, la Stein negó la relación del arte con la realidad e incluso, la representación de las relaciones causales entre los distintos fenómenos en la naturaleza y la sociedad. Debido a esto confeccionó un sistema especial que le permitió crear una escuela de abstraccionismo literario, de la cual era la jefa y su única representante. Al inventar lo que ella misma llamó “cuarta dimensión” (reconocido como el concepto del presente continuado), pretendió producir un viraje en la literatura. Fue así que intentó utilizar las palabras como si estuvieran privadas de todo contenido, pero esta tarea le fue completamente imposible, pues para hacer pura la lengua literaria, era necesario separarla del pensamiento. Todo parece indicar que ella misma llegó a esta conclusión cuando sus experimentos abstraccionistas la llevaron al límite de la creación de palabras de su nuevo lenguaje personal.
Con la frase “Rose is a rose is a rose” (traducida habitualmente como “una rosa es una rosa y siempre será una rosa”), parte del poema Sacred Emily contenido en el volumen Geography and Plays, acuñó su propio estilo llamado “Litismo”.

Sin embargo, los experimentos de Getrude Stein sirvieron para algo: advirtieron a otros escritores que no los repitieran. Contradictoriamente, fueron estos mismos experimentos los que atrajeron la atención de Hemingway. Hoy todos los críticos están de acuerdo en que la influencia de la Stein en la carrera de Ernest Hemingway y de Sherwood Anderson podría considerarse pequeña e insignificante. Anderson reconoció que lo que llamaba su atención de la Stein eran sus experimentos verbales, mientras Hemingway afirmaba que lo que le gustaba era la simplificación de la sintaxis y el arte de la repetición de las palabras. Cuando leemos las obras de estos dos grandes escritores norteamericanos, no podemos evitar preguntarnos cuánto de pequeña e insignificante fue la influencia.

La obra de Gertrude Stein fue bastante amplia: Three lives (1909); Tender buttons: objects, food, rooms (1914); Geography and Plays (1922); The making of americans (1925); Four saints in three acts (1929); Useful knowledge (1929); How to write (1931); The autobiography of Alice B. Toklas (1933); Lectures in America (1935); The Geographical history of America or the relation of human nature to the human mind (1936); Everybody´s autobiography (1937); Picasso (1938); Ida; a novel (1941); Wars I have seen (1945); Last operas and plays (1949); The things as they are (escrita bajo el titulo original de Q.E.D. en 1903 y posteriormente publicada como Thing as they are en 1950); Patriarchal poetry (1953), y Alphabets and birthdays (1957).

Si hoy su obra acumula polvo mientras su personalidad sigue despertando interés, es precisamente por la relación que sostuvo Gertrude Stein con el joven e inexperto Hemingway, quien se presentó una mañana de primavera del año 1922 ante la puerta del apartamento de la escritora.

En un inicio establecieron una fecunda amistad. Hemingway decía: “Gertrude Stein y yo somos como hermanos. Nos vemos con frecuencia.” Ella sería la madrina de su primer hijo, John Hadley. Pero el idilio terminó cuando, a las puertas de una nueva guerra, Hemingway decide alejarse de la influencia de Gertrude Stein y del círculo que la rodeaba en París, para buscar su propio futuro, sin saber que sería el líder de la generación que nació en el marco de las dos guerras. El incidente que puso punto final a la amistad fue la publicación, en 1926, de la novela de Hemingway Torrentes de primavera, en la cual hacía referencias hilarantes a la monumental obra de Gertrude Ser norteamericanos, que había sido publicada en 1925. La Stein jamás perdonó la ofensa.

Gertrude Stein era un ser egocéntrico. Solía llamarse a sí misma genio. En Autobiografía de Alice B. Toklas (escrito por ella misma pero bajo el nombre de la mujer que fuera su amante y secretaria por más de 25 años) y en La autobiografía de cada cual, maneja hechos que conciernen a otros escritores a quienes conocía. Estos dos libros, a diferencia del resto de su obra, tuvieron éxito debido a los chismes allí plasmados. Hemingway fue uno de los más perjudicados por Gertrude Stein y muchos años después, él se tomó la venganza en París era una fiesta. En esta biografía novelada, el Dios de Bronce de la literatura norteamericana narra una conversación que sostuvo con la Stein, donde ella los acusaba (a él, a Sherwood Anderson, a Ezra Pound, a John Dos Passos...) de haber perdido su lugar en la vida, emborracharse hasta morir, no sentir respeto hacia nada y de tratar de llenar su vacío espiritual con el flirteo, el vino y los espectáculos. “Todos ustedes son une génération perdue”, le dijo. Hemingway trató de defenderse, pero ella lo cortó regañándolo: “No me discuta, Hemingway. No le hace ningún favor. Todos ustedes son una generación perdida...”

Stein fue considerada un ser aislado de la sociedad, que no seguía las tendencias de sus contemporáneos. Pasó por alto los grandes acontecimientos de su tiempo, concentrada únicamente en sus experimentos verbales. Una vez comentó que “los negros no eran víctimas de persecución sino víctimas del vacío o de la nada”. Sobre la época de la depresión dejó la siguiente constancia: “Es divertido, muy divertido y, sin embargo, completamente absurdo que, en medio de un desempleo y una miseria enormes, usted nunca pueda hallar a nadie que trabaje para usted. Es cómico, pero la vida es así.” Años después, casi a punto de morir, alguien le preguntó sobre la bomba atómica. Ella contestó: “Dije que no estaba en condiciones de interesarme por ella. (...) Es posible que estén asustados. Yo no lo estoy.” Todo esto hizo que B. L. Reid escribiese: “Es justo decir que la verdadera posición de Gertrude Stein es antiliteraria, antintelectual y, a menudo, antihumana y antimoral. Toda su orientación es despiadadamente egocéntrica.”

Gertrude Stein fue una mujer de fuerte personalidad, feminista y lesbiana que, en su afán por trascender, no creó ningún valor artístico de consideración. Murió el 27 de julio de 1946, en París.

2 comentarios:

skolastika dijo...

no creó ningún valor artistico de consideración... esa afirmación la haces por que has leído toda su obra? cuantos libros de Gertrude has leido para permitirte afirmar algo tan rotundo? eres conciente de la misoginia que destila una afirmación tan radical?
por si no lo sabias la VIDA, la BIOGRAFIA de Gertrude es en si mismaun valor artistico de alta consideración. Muchisimas mujeres se han sentido inspiradas por su vida, su obra, sus apuestas, su legado femenino, su lesbianismo...
has creado un artículo muy contradictorio. por una parte gertrude te parece lo suficientemente interesante como para hablar de ella. hablas de sus exprimentos literariuos, su influencia en otros autores, dedicas parrafos a analizar su biografia y bibliografia para concluir que no creo nada de consideración. por qué tú (que estoy seguro no has leido su obra) lo dices? me temo que tienes muchos estereotipos sexistas que sacudirte. animo, con buena voluntad hay mucha bibliografia feminista sobre gertrud Stein que puedes leer para subsanar tus prejuicios. pidenosla si vas a leerla.
skolastika

Jean Ocaso dijo...

Hombre, eso sí que tiene gracia. Querer atacar unos hipotéticos prejuicios con más prejuicios. ¿A caso tiene forma de saber lo que ha leído o dejado de leer el autor de este texto? No? Entonces para qué poner toda esa petulancia y condescendencia al servicio de la necedad? Y encima con demagogia de la más bajuna y barata. Cuando alguien cae en un ad hominen al instante sé que estoy ante un necio ofendido.

No se engañe, mi buena señora, cada cual está en su derecho de no valorar la obra de quién sea. Yo sí que he probado a leer la obra de Stein, por lo menos dos de sus obras, y puedo ratificar que es abstrusa y estéril. Fue una persona que tuvo al fortuna de venir de una familia rica y que se pudo permitir el lujo de no pegar un palo al agua. Eso sí, tenía buen olfato para la pintura de vanguardia. Eso hay que reconocérselo. Apostó por pintores cuando estos todavía no habían cobrado prestigio. Pero no, como escritora su alcance ha sido más bien anecdótico.