Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

viernes, 13 de marzo de 2009

Yo abatí a Saint Exupéry

Por Maykel Reyes Leyva

El 31 de julio de 1944, un avión Lightning P38 despegó de su base en la isla de Córcega. Tenía una misión bien precisa: fotografiar el Sur de Francia para preparar el aterrizaje de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Su piloto no era un piloto cualquiera. Poseía una sensibilidad extrema que lo llevaba a defender las causas más justas del planeta. Se nombraba Antoine de Saint Exupéry y fue el autor de uno de los libros más vendidos en el mundo, uno de esos textos que suelen marcar y cambiar la vida del lector para siempre: El Principito.


Antoine de Saint Exupéry y el Pequeño PrincipeEl Lightning P38 nunca regresó de su misión. Su desaparición creó un misterio. En 1998, un pescador halló entre sus redes la pulsera que había pertenecido al escritor. Este hallazgo dio pie a una intensa búsqueda. En abril de 2004, ¡60 años después!, Luc Vanrell y Jacques Pradel, descubrieron al fin frente a las costas de Marsella el avión perdido. Sin embargo, el cadáver del piloto nunca se encontró.

Las evidencias indicaban que la aeronave había sido abatida en pleno vuelo. Pero, ¿quién lo hizo? El caso permaneció abierto... hasta hoy.

En el verano de 1944, un piloto alemán de 24 años, nombrado Horst Rippert ─destinado al grupo de caza Jgr.200 de la Lüffwaffe y que llevaba dos semanas de servicio en la costa Sur de Francia─, detectó un Lightning P38, lo siguió e hizo blanco sobre él con varios disparos. El avión francés cayó al agua sin que el alemán alcanzase a ver qué ocurría con el piloto enemigo.

Horst Rippert aún vive. Tiene 88 años y, tras la Segunda Guerra Mundial, se hizo periodista de la cadena de televisión ZDF.

Su relato de cómo derribó al avión francés ha comenzado a darle la vuelta al mundo. En sus declaraciones a la prensa, dijo: "Después supe que era Saint Exupéry. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos."

Nunca dejaremos de estar de luto por la muerte del padre de ese pequeño príncipe que nos enseñó, a pesar de su estatura, que las cosas esenciales de la vida son invisibles a nuestros ojos, que sólo se pueden ver a través del corazón. La muerte de Antoine, una vez más, me recuerda y reafirma aquella frase lapidaria que en cierta ocasión lanzara otro gran hombre, Albert Einstein: "Hay algo tan infinito como el Universo: la estupidez humana."

Ante la sorpresa y la tristeza de muchos, incluso la suya propia, Horst Rippert sentenció: "Pueden dejar de buscar. Fui yo quien abatió a Saint Exupéry."

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