El viejo se lanzó a cruzar la calle sin mirar. Daba tumbos de borracho.
No sé si lo estaría, sólo digo que lo parecía. Un carro venía con el
intermitente encendido, avisando de que iba a doblar. El anciano ni
cuenta se dio. Un muchacho que caminaba un poco más atrás se percató y
le dijo al viejo:
-Cuidado, padre.
Pero no lo oyó. Ya casi alcanzaba el medio de la calle cuando el muchacho le gritó:
-¡¡Cuidado!!
El viejo se detuvo en seco, sobresaltado. No por el carro, por el grito.
El auto dobló la esquina, rozándolo. El joven apresuró el paso y le
dijo al viejo:
-Oye, mira pa los laos que te van a matar.
El viejo se desbocó.
-¿Quién pinga me va a matar a mí? ¿El culo tuyo?
El muchacho dio dos o tres pasos antes de mirar por sobre el hombro. Yo venía atrás. Me dijo:
-Qué viejo más singao este.
Le sonreí levemente, dándole la razón.
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