Intenté ser romántico. Compré un caramelito de menta y esperé. Ella
llegó media hora tarde a la cita -como toda mujer que se respete-. Le
extendí el caramelo. Ella lo agarró, lo examinó y me miró directo a los
ojos, intrigada.
-¿Tengo peste a boca?
Se me cayeron las alas del corazón.
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