Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

sábado, 19 de marzo de 2016

¿Era un ovni la estrella de Belén?



Por MAYKEL REYES LEYVA


Cuenta el Nuevo Testamento que cuando Jesús de Nazaret fue a nacer, una estrella se les apareció a los tres Reyes Magos para llevarlos hacia el lugar del nacimiento. Los célebres personajes bíblicos, montados en camellos, siguieron la trayectoria de la estrella durante varios días con sus noches, seguros de que la misma no era más que una señal de su dios Yavé para indicar el sitio exacto donde nacería el Mesías. Aquella intensa luz, misteriosamente, no desapareció ni una sola vez del cielo. Se mantuvo todo el tiempo frente a los magos hasta que al final cumplió su cometido. Pero, ¿era realmente una estrella?
Primero, debemos tener en cuenta que todas las estrellas no son más que soles que se hallan a buena distancia de la Tierra. Resulta absurdo pensar que uno de esos soles haya podido acercarse a nuestro planeta, mucho menos a Belén. Pero es más, si un Sol hubiese sido capaz de llegarse a nuestro Sistema Solar, el desastre cósmico desencadenado hubiera sido de tal magnitud que en la actualidad no estaríamos aquí para contarlo.
Teniendo en cuenta que la estrella en cuestión apareció para guiar a los magos, desapareció luego al llegar a la famosa ciudad de Jerusalén y reapareció un poco más tarde para que los magos reemprendieran el viaje hacia la aldea de Belén, no podemos afirmar que la estrella haya sido un cometa. ¿Por qué? Pues porque los cometas se autodestruyen al penetrar en la atmósfera terrestre. Además, en el caso de que éste en particular no hubiese entrado nunca a la atmósfera de nuestro planeta, solamente su cercanía habría sido vista por otros pueblos debido a su larga cola. Sin embargo, esto no aparece en los anales de la Historia, como sí aparece el paso del archiconocido cometa Halley en el año 12 a. C., resultando todo un acontecimiento. Además, ningún cometa tiene la facultad de detenerse justo sobre el lugar donde acababa de nacer el niño Jesús.
Tampoco sería lógico asegurar que la estrella de Belén era un meteoro, pues estos son pequeñas partículas que al rozar la atmósfera crean unas estelas luminosas que solemos denominar “estrellas fugaces” y que duran unas poquísimas fracciones de segundos.
Diferente resulta la caída de un meteorito, pues estos alcanzan a veces dimensiones de varios metros. Si la estrella de Belén hubiese sido un meteorito, el desastre se hubiera hecho sentir. Recordemos el famoso meteorito de Tunguska en 1908, o el otro caído en 1947 en la Siberia Sudoriental, o el autor del cráter de Arizona, que mide 1 250 metros de diámetro y más de 170 de profundidad. Además, no olvidemos que los meteoritos son incapaces de mantener una trayectoria horizontal y mucho menos detenerse sobre un establo.
Veamos ahora la posibilidad de que la estrella que nos ocupa haya sido una nova o una supernova. Las supernovas son estrellas que al sobrepasar cuatro veces la masa normal de un Sol, aumentan rápidamente de tamaño (en cuestión de días), aumentando además la intensidad de su luz, seguido de una veloz extinción. Mientras que las novas son casi iguales a las anteriores, sólo que a una escala mucho menor. La aparición de estos fenómenos astrofísicos es en extremo inusual, sin contar con el hecho de que en nuestro Sistema Solar no hay (ni ha habido) este tipo de estrellas.
Cuando dos planetas se sitúan en el mismo grado de longitud está ocurriendo una conjunción planetaria. En el instante en que esto ocurre, las esferas alineadas parecen una estrella de gran luminosidad. ¿Pudo una conjunción de planetas ser la estrella de Belén? El 17 de diciembre de 1603 el astrónomo y matemático Juan Kepler observó la aproximación entre Saturno y Júpiter en la constelación de Los Peces. Al calcular sus posiciones, Kepler descubrió que siglos antes estos dos planetas también se habían dado cita, incluso unos pocos años antes del nacimiento de Jesús. El primero fue el 29 de mayo del año 7 a. C. El segundo el 3 de octubre del mismo año y, por último, el 4 de diciembre también del año 7. Pero, lo dicho, esta triple conjunción ocurrió siete años antes del nacimiento del Mesías. Por otra parte, los Magos, quienes tenían conocimientos de astrología y astronomía, debieron haber estado informados de este acontecimiento, por lo cual no parece lógico pensar que hayan confundido este hecho con la mística estrella. No olvidemos que el viaje de los Magos hacia Jerusalén y luego hasta Belén debió durar meses y la conjunción de planetas apenas duran, como máximo, varios días, siendo demasiado una semana. Pero la famosa estrella se detuvo sobre el establo con el propósito de que los tres magos no se confundieran con los demás establos que de seguro existían en la aldea de Belén, mientras que la triple conjunción entre Saturno y Júpiter, ocurrido siete años atrás, se llevó a cabo a millones de kilómetros de nuestro planeta.
Por último, un detalle que no podemos olvidar bajo ningún concepto. Todos los testimonios históricos recogidos nos refieren que las caravanas de mercaderes, los correos, los extranjeros y hasta las expediciones militares que circulaban por aquellos tiempos, preferían avanzar durante el día para evitar así los accidentes en el terreno, los salteadores, los ataques de los animales y un sinfín de obstáculos que hacían peligrar la seguridad de cualquier viajero. Y como ninguna estrella, cometa, meteoro, meteorito ni conjunción de planetas puede ser avistado a pleno día, entonces, ¿qué era la estrella de Belén? ¿Acaso un ovni?
Para muchos investigadores del fenómeno ovni, la respuesta resulta clara. Opinan que sólo una nave extraterrestre tripulada podría mantener un vuelo horizontal, aparecer y desaparecer cuando quisiera, guiar a los Reyes Magos durante las noches y los días, incluso detenerse sobre un establo y señalar el sitio exacto donde nacería el niño Jesús.
Sin embargo, esta respuesta tampoco convence a muchos, dejándolos en una encrucijada. Si no era un ovni, entonces, ¿existió realmente la estrella de Belén?

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