Por MAYKEL REYES LEYVA
Los que no creen en los ovnis comienzan su basamento
en la hipótesis de imposibilidad de vida inteligente fuera del sistema solar.
La vida no posee un desarrollo simple, sino todo lo contrario. Es un fenómeno
sumamente difícil, pues para que ocurra se requiere de la simbiosis de los
elementos metabolizadores (las proteínas) y los elementos capaces de transmitir
la herencia genética (los ácidos nucleicos).
El escritor e investigador español Luis Ruiz de
Gopegui afirma que “la Vida en la Tierra fue completamente casual”, ya que
“tuvo su origen gracias a una compleja y larga serie de acontecimientos, como
por ejemplo, la formación de moléculas orgánicas muy sencillas a partir de las
inorgánicas ya existentes, forzada por la acción desordenada de ciertas fuentes
de energía, la transformación de estas moléculas en otras mucho más complejas,
etc.”
Por otra parte, existe la posibilidad que de existir
vida extraterrena en otros mundos distintos al nuestro, los seres que lo
habiten sean criaturas sin cerebro. Luis Ruiz de Gopegui comenta que “es
posible que si se alcanza una cierta etapa en la evolución, la aparición del cerebro
sea algo bastante probable, pero no es necesario que la vida tenga por fuerza
que evolucionar hasta alcanzar dicha etapa. Podría discurrir por otros
derroteros sin dar origen a tal órgano. También cabe preguntarnos si la
inteligencia, entendida como la capacidad de que ciertos organismos puedan
atravesar el umbral del fenómeno cultural, es o no inevitable en el proceso de
los seres sin cerebro”.
Gopegui reflexiona sobre la posibilidad de que seres
extraterrestres inteligentes posean o no consciencia (funciones cognitivas),
pues si ésta no existe resultaría totalmente que se pudiera llegar a dominar
aspectos fundamentales de la vida del hombre, como por ejemplo: la
investigación científica o filosófica, el arte o la mística, y por lo tanto
cualquier otro estadio de pensamiento necesario para desarrollar lo que se conoce
como “fenómeno cultural”. Si esta especie existe y es incapaz de establecer
comunicación fluida con nosotros, ambas se ignorarían entre sí desde el punto
de vista cultural y social, y un ejemplo de ello lo constituimos nosotros y
nuestras coterráneas las abejas.
Gopegui afirma: “Biólogos contemporáneos muy
autorizados opinan que el ser humano es prácticamente irrepetible y cualquier
especie que se asemeje a él es altamente improbable. El hombre es un producto
más de la casualidad cósmica que de la necesidad biológica, quizás, por tanto,
lo más sensato sea pensar que estamos solos en el universo”.
Otra de las razones utilizadas por los
antiplatillistas para rebatir el fenómeno ovni es la de que los testigos pueden
estar influenciados por una atmósfera artificial que, en algunos casos, fue
creada deliberadamente. Para algunos sociólogos y psicólogos, el fenómeno
platillista es un producto de la era moderna, marcada ya para siempre por la
salida del hombre al Cosmos, como también por la incertidumbre con que muchos
ven el futuro y, a causa de la escasez de viejos mitos, vigilan el cielo con la
esperanza de ver aparecer a un Mesías cósmico que resuelva sus problemas.
Una de las razones más populares tal vez sea aquella
donde en lugar de un ovni algunos tienden a poner un globo sonda, un satélite
artificial o cualquier objeto completamente terrestre. De este modo lo supuesto
como extraterrestre pasa a ser “del patio”. El investigador Daniel Solano nos
dice: “Las estadísticas mundiales de avistamientos coinciden en que de 90 a 95
% de estos han sido explicados como: fenómenos meteorológicos y astronómicos
(planetas brillantes, meteoros, auroras, nubes de iones, etc.), aviones,
pájaros, globos, proyectores, gases calientes, lanzamientos de cohetes, rayos
esféricos, contaminación de la atmósfera y otros”. Es decir, que casi cualquier
cosa que veamos en el cielo puede ser confundido con un ovni sin que lo sea.
Los que no creen en los ovnis se apoyan también en
razones teóricas un tanto difíciles de rebatir. Aducen que es imposible que un
objeto material que haya sido colocado de manera previa en la atmósfera, pueda
desplazarse a las velocidades que indican los testigos sin que se produzca el
denominado “bang supersónico”. Por otra parte, están convencidos de que los
avistamientos reportados son influidos por el cine y los libros de ciencia
ficción, pues “sólo se cree haber visto un platillo volador cuando se cree en
ellos de antemano”.
Para aceptar este fenómeno ─explican los científicos─ se precisa de un documento definitivo que estableciera su carácter
material. Las pruebas presentadas hasta hoy día (entiéndase fotografías,
huellas en terrenos donde se supone que hubo algún aterrizaje, cintas de vídeo,
los hechos contados por testigos bajo los efectos de la hipnosis, etcétera)
están muy lejos de ser concluyentes.
Cuatro razones fundamentales guían a ciertos
gobiernos para negar la existencia de los ovnis. La primera es de carácter psicológico
(aceptar la realidad ovni y su posible procedencia extraterrestre, puede
provocar pánico en la población y las consecuencias muy probablemente serían
desastrosas). La otra razón posee un matiz filosófico (reconocer la existencia
de seres espaciales equivaldría a decir que la Humanidad tiene competencia y
esto, a muchos, por diversos motivos, no les conviene). Otra es de índole
político (el Gobierno que reconozca en público la presencia de objetos
voladores no identificados en territorio nacional, entrando y saliendo a su
completo antojo sin que nada pueda hacerse para evitarlo, sería decir que las
fronteras de ese país son fácilmente violables). Y la cuarta es de carácter
militar (se especula sobre la posibilidad de tratados de intercambios de
aparatos sofisticados existentes entre ciertos gobiernos. En el caso de que se
lograse atrapar un ovni o éste cayera accidentalmente desde el aire, puede
llegarse a ocultar el hecho con el propósito de mantener en secreto las posibles
armas o aparatos de incalculable desarrollo tecnológico y militar que se hallen
en su interior).
Por último, bromas de mal gusto hechas por aquellos que no creen en los ovnis intentan reducir el interés del público hacia los objetos voladores no identificados. Un ejemplo de ello fue la broma llevada a cabo en Inglaterra hace algunos años, cuando una supuesta flotilla de ovnis aterrizó en la cancha de golf de Sundrige Park, en Bromley Kent, al sudeste de Londres, los cuales, luego de cansarse de emitir zumbidos, fueron abiertos por un técnico quien halló en su interior dos baterías de automóvil, un transmisor de radio de fabricación británica y un espantoso olor a huevos podridos, sin olvidar varios litros que contenían una sustancia viscosa de color blancuzco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario