Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

sábado, 19 de marzo de 2016

¿Por qué hay personas que no creen en los ovnis?

Por MAYKEL REYES LEYVA


Los que no creen en los ovnis comienzan su basamento en la hipótesis de imposibilidad de vida inteligente fuera del sistema solar. La vida no posee un desarrollo simple, sino todo lo contrario. Es un fenómeno sumamente difícil, pues para que ocurra se requiere de la simbiosis de los elementos metabolizadores (las proteínas) y los elementos capaces de transmitir la herencia genética (los ácidos nucleicos).
El escritor e investigador español Luis Ruiz de Gopegui afirma que “la Vida en la Tierra fue completamente casual”, ya que “tuvo su origen gracias a una compleja y larga serie de acontecimientos, como por ejemplo, la formación de moléculas orgánicas muy sencillas a partir de las inorgánicas ya existentes, forzada por la acción desordenada de ciertas fuentes de energía, la transformación de estas moléculas en otras mucho más complejas, etc.”
Por otra parte, existe la posibilidad que de existir vida extraterrena en otros mundos distintos al nuestro, los seres que lo habiten sean criaturas sin cerebro. Luis Ruiz de Gopegui comenta que “es posible que si se alcanza una cierta etapa en la evolución, la aparición del cerebro sea algo bastante probable, pero no es necesario que la vida tenga por fuerza que evolucionar hasta alcanzar dicha etapa. Podría discurrir por otros derroteros sin dar origen a tal órgano. También cabe preguntarnos si la inteligencia, entendida como la capacidad de que ciertos organismos puedan atravesar el umbral del fenómeno cultural, es o no inevitable en el proceso de los seres sin cerebro”.
Gopegui reflexiona sobre la posibilidad de que seres extraterrestres inteligentes posean o no consciencia (funciones cognitivas), pues si ésta no existe resultaría totalmente que se pudiera llegar a dominar aspectos fundamentales de la vida del hombre, como por ejemplo: la investigación científica o filosófica, el arte o la mística, y por lo tanto cualquier otro estadio de pensamiento necesario para desarrollar lo que se conoce como “fenómeno cultural”. Si esta especie existe y es incapaz de establecer comunicación fluida con nosotros, ambas se ignorarían entre sí desde el punto de vista cultural y social, y un ejemplo de ello lo constituimos nosotros y nuestras coterráneas las abejas.
Gopegui afirma: “Biólogos contemporáneos muy autorizados opinan que el ser humano es prácticamente irrepetible y cualquier especie que se asemeje a él es altamente improbable. El hombre es un producto más de la casualidad cósmica que de la necesidad biológica, quizás, por tanto, lo más sensato sea pensar que estamos solos en el universo”.
Otra de las razones utilizadas por los antiplatillistas para rebatir el fenómeno ovni es la de que los testigos pueden estar influenciados por una atmósfera artificial que, en algunos casos, fue creada deliberadamente. Para algunos sociólogos y psicólogos, el fenómeno platillista es un producto de la era moderna, marcada ya para siempre por la salida del hombre al Cosmos, como también por la incertidumbre con que muchos ven el futuro y, a causa de la escasez de viejos mitos, vigilan el cielo con la esperanza de ver aparecer a un Mesías cósmico que resuelva sus problemas.
Una de las razones más populares tal vez sea aquella donde en lugar de un ovni algunos tienden a poner un globo sonda, un satélite artificial o cualquier objeto completamente terrestre. De este modo lo supuesto como extraterrestre pasa a ser “del patio”. El investigador Daniel Solano nos dice: “Las estadísticas mundiales de avistamientos coinciden en que de 90 a 95 % de estos han sido explicados como: fenómenos meteorológicos y astronómicos (planetas brillantes, meteoros, auroras, nubes de iones, etc.), aviones, pájaros, globos, proyectores, gases calientes, lanzamientos de cohetes, rayos esféricos, contaminación de la atmósfera y otros”. Es decir, que casi cualquier cosa que veamos en el cielo puede ser confundido con un ovni sin que lo sea.
Los que no creen en los ovnis se apoyan también en razones teóricas un tanto difíciles de rebatir. Aducen que es imposible que un objeto material que haya sido colocado de manera previa en la atmósfera, pueda desplazarse a las velocidades que indican los testigos sin que se produzca el denominado “bang supersónico”. Por otra parte, están convencidos de que los avistamientos reportados son influidos por el cine y los libros de ciencia ficción, pues “sólo se cree haber visto un platillo volador cuando se cree en ellos de antemano”.
Para aceptar este fenómeno explican los científicos se precisa de un documento definitivo que estableciera su carácter material. Las pruebas presentadas hasta hoy día (entiéndase fotografías, huellas en terrenos donde se supone que hubo algún aterrizaje, cintas de vídeo, los hechos contados por testigos bajo los efectos de la hipnosis, etcétera) están muy lejos de ser concluyentes.
Cuatro razones fundamentales guían a ciertos gobiernos para negar la existencia de los ovnis. La primera es de carácter psicológico (aceptar la realidad ovni y su posible procedencia extraterrestre, puede provocar pánico en la población y las consecuencias muy probablemente serían desastrosas). La otra razón posee un matiz filosófico (reconocer la existencia de seres espaciales equivaldría a decir que la Humanidad tiene competencia y esto, a muchos, por diversos motivos, no les conviene). Otra es de índole político (el Gobierno que reconozca en público la presencia de objetos voladores no identificados en territorio nacional, entrando y saliendo a su completo antojo sin que nada pueda hacerse para evitarlo, sería decir que las fronteras de ese país son fácilmente violables). Y la cuarta es de carácter militar (se especula sobre la posibilidad de tratados de intercambios de aparatos sofisticados existentes entre ciertos gobiernos. En el caso de que se lograse atrapar un ovni o éste cayera accidentalmente desde el aire, puede llegarse a ocultar el hecho con el propósito de mantener en secreto las posibles armas o aparatos de incalculable desarrollo tecnológico y militar que se hallen en su interior).
Por último, bromas de mal gusto hechas por aquellos que no creen en los ovnis intentan reducir el interés del público hacia los objetos voladores no identificados. Un ejemplo de ello fue la broma llevada a cabo en Inglaterra hace algunos años, cuando una supuesta flotilla de ovnis aterrizó en la cancha de golf de Sundrige Park, en Bromley Kent, al sudeste de Londres, los cuales, luego de cansarse de emitir zumbidos, fueron abiertos por un técnico quien halló en su interior dos baterías de automóvil, un transmisor de radio de fabricación británica y un espantoso olor a huevos podridos, sin olvidar varios litros que contenían una sustancia  viscosa de color blancuzco.

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