Por MAYKEL REYES LEYVA
Los científicos consideran que en la Vía Láctea
existen 400 000 millones de estrellas, de las cuales un 10 % debe contar con un
sistema planetario. Si cada uno de ellos albergara diez planetas,
encontraríamos que hay 400 000 millones
de planetas orbitando el espacio. Suponiendo que sólo uno de cada diez
desarrollara vida, nos quedarían 40 000 millones de mundos desperdigados en el
Cosmos y preparados para generar vida. Si en sólo uno de cada mil planetas
aparece la inteligencia, tendríamos 40 millones de civilizaciones vecinas. Como
puede apreciarse, la probabilidad de que no estemos solos en el Universo no son
pocas.
Aunque muchos opinan que la vida surgió en la Tierra
gracias a una secuencia de sucesos puramente casuales, otros estiman que puede
surgir en cualquier rincón del espacio. Señalan un detalle interesante: se ha
comprobado que los aminoácidos que sirven para la construcción de la vida son
comunes y básicamente iguales en todo el Cosmos. No olvidemos además que éstos
son pasajeros habituales de los meteoritos, los mismos que andan sin rumbo fijo
por el espacio, dispuestos a fecundar el más insignificante de los planetas que
tenga las condiciones creadas.
Algunos investigadores interesados en la ufología
han comprobado a través de diversas pesquisas meteorológicas, que en los
momentos en que se desarrollaron muchos de los avistamientos de ovnis más
relevantes, no existieron los fenómenos naturales aducidos por ciertos grupos
de científicos e, incluso, por las Fuerzas Aéreas.
Un detalle que no deja de brindar esperanza a los
que creen en los ovnis es, justamente, el comportamiento llevado a cabo por los
servicios de información norteamericanos. En ocasiones se muestran interesados
en los testigos, quienes son sometidos a extensos interrogatorios, a veces
aparejados de amenazas, con el propósito de que los hechos referidos no sean divulgados.
El interés por ocultar la realidad se hace tan evidente que muchos sospechan
que, en verdad, algo debe estar sucediendo.
Otro argumento que viene a apoyar a los crédulos del
fenómeno ovni es el descubrimiento de los neutrinos, que no son más que
partículas invisibles capaces de cambiar de velocidad bruscamente y de moverse
en todas las direcciones imaginables sin que se sepa el porqué. Los
investigadores sospechan que los ovnis pudieran estar repletos de estas
partículas, las cuales los dotarían de autopropulsión, dicho de otro modo, de
energía interna.
En cuanto a las fotos tomadas a los ovnis, algunas
resultan de gran interés. Cierto que los fraudes de este género han sido demasiados
hasta el momento, pero otras fotografías han pasado todo tipo de pruebas y
fueron catalogadas de “reales”. El fotógrafo canadiense Douglas Curran ha
recorrido el continente americano en busca de testimonio gráfico de los No Identificados.
Su colección es vastísima, pues abarca desde huellas de tierra quemada con
testigos sonrientes señalando al sitio donde vieron “su ovni”, hasta festivales
con maquetas de naves, cohetes y platillos volantes.
Por otra parte, el fallecido fotógrafo fotógrafo
español Antonio de Rivera fue autor de un álbum de fotos titulado Ovnis frente a la cámara, donde
aparecen 25 imágenes inexplicables, especialmente una en la que se observa un
ovni sobre un banco de nubes.
Las fotos no son pruebas concluyentes. Ni siquiera lo son las anomalías encontradas en un terreno determinado, producidas por un objeto volador no identificado al aterrizar en dicho sitio. Porque, aunque muchos lo nieguen, los ovnis sí dejan rastros...
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