Tuve un sueño, ¿sabías? Soñé que el mundo se estaba acabando y que todos huían. No sé hacia dónde, pero huían. Padres, hijos, hermanos, todos juntos. Gritaban, lloraban, se ayudaban los unos a los otros, mientras el suelo rugía. Rugía y temblaba. Sólo yo no podía huir. Estaba en esta cama, sintiendo el mundo acabarse afuera, pero sin tener quien me ayudara a levantar. Sin embargo, estaba la luz encendida, como noche tras noche... ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

viernes, 10 de julio de 2015

Presidente



Por MAYKEL REYES LEYVA


Si alguna vez pensó en el suicidio, lo hizo la misma noche en que sintonizó en la tele un programa donde se analizaba la posibilidad de que el señor Presidente fuera un androide. En un primer instante se rió ante lo ridículo de la propuesta. Sin embargo, lo pensó mejor y comenzó a encontrarle sentido. Eso explicaba el por qué, después de una centuria, el mismo hombre se mantenía en el poder sin envejecer ni enfermarse siquiera. Un robot lo tendría todo calculado y sería dueño de esa mirada fría, esos gestos fríos, esas frases frías para con sus coterráneos. Para un robot todo se resumiría en cifras, en pura estadística. Sólo un mandatario cibernético impondría leyes absurdas alejadas del sentir y la necesidad de la Humanidad, llegando, incluso, a agredir sin razón a otros países. El hombre se horrorizó ante aquella idea. Si eso era verdad, ¿por qué nadie hacía nada para impedirlo? Por primera vez en la vida pensó en el suicidio. Pero no lo hizo.

El día de las elecciones, todavía espantado con la posibilidad de que un cyber guiara los designios de la nación, marcó su número de serie: 75121703186, y volvió a votar por el Presidente.

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